En diciembre del 2017 presenté mi tesis de grados titulada “Comunicación en Empresas Agropecuarias”, allí me dediqué a estudiar el caso de 15 empresas agropecuarias situadas en las localidades de Balcarce, Tandil, Mar del Plata y Tres Arroyos. Luego de un año y medio de investigación, y a través de la metodología auditoría de comunicación, llegamos a la conclusión junto con mi director de tesis Máximo Bontempo, que para ese entonces las empresas agropecuarias presentaban una vacancia profesional en materia comunicacional.
Cinco años más tarde de ese acontecimiento, me encuentro trabajando en el área de comunicación dentro del sector agropecuario. Primero para la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y segundo para el grupo de investigación del Dr. Ignacio Ciampitti, dentro del Departamento de Agronomía de la Universidad Estatal de Kansas, Estados Unidos.
En ambos trabajos me tocó el mismo desafío, desarrollar el área de comunicación en ambas instituciones. En ambas instituciones desarrollé los canales de comunicación externo e interno, pero en este artículo me enfocaré principalmente en la comunicación externa, en el vínculo con la esfera pública.
Desde mi percepción, creo que existía en ese momento y sigue existiendo un distanciamiento entre el sector agropecuario y la opinión pública, la mirada de la sociedad en general. Muchas de las actividades productivas que se desarrollan dentro del agro se encuentran ajenas a la mirada de la sociedad, de las personas que terminamos consumiendo esa materia prima, desarrollada en nuestra tierra.
En mi experiencia dentro del sector, me tocó relacionarme más con profesionales del agro vinculados a la investigación y extensión. Y una de las primeras cuestiones que noté cuando conversaba sobre sus experimentos a campo fueron las palabras que utilizaban. Me costaba mucho desnaturalizar sus conceptos y bajarlos a mi lenguaje, al lenguaje del simple mortal. Creo que esto que nos sucede a todos los estamos inmersos en nuestro mundo profesional, tomamos palabras, conceptos y términos propios de la materia, y nos olvidamos que los tenemos completamente internalizados en nuestro ser. Pero eso no significa que el que nos esté escuchando también los tenga.
Creo que es en este sentido donde encuentro este cierto distanciamiento entre el sector agropecuario y la sociedad. Esta grieta entre campo y ciudad. Y es por ello, que justamente un comunicador social es clave para que estos dos mundos se relacionen de una forma más sencilla.
Las redes sociales hoy juegan un papel clave en esta misión, primero porque es allí donde se encuentran nuestros target, a quiénes queremos llegar, a adolescentes, jóvenes, adultos, y segundo porque podemos emplear múltiples estrategias para entrar en su mundo.
Instagram, Facebook, TikTok y Twitter están creados principalmente para el entretenimiento y la publicidad. Si como comunicadores podemos emplear estrategias de marketing y creación de contenido para bajar a tierra esos conceptos que tanto utilizan los investigadores, productores y profesionales del agro, creo que esa grieta entre campo y ciudad se disminuiría muchísimo.
Claramente con lo que digo no estoy inventando la pólvora, y de hecho ya existen varias cuentas que han logrado un éxito comunicacional en este sentido. Uno de ellos que puedo mencionar es la cuenta de Instagram de https://www.instagram.com/lajoya.agro/ .
En esta línea, y volviendo a mi tesis de grado, creo que las instituciones agropecuarias deberían considerar estás estrategias para vincularse más con la sociedad y así llegar a más personas. A través de mi experiencia, pude recoger resultados muy visibles en cuanto a presencia territorial, reconocimiento y visibilidad por parte de la sociedad en relación con la institución.
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